Roberto Palomar
Obsesionado con la movilidad urbana, el expresivo William Butler-Adams, consejero delegado de la popular marca de bicicletas plegables Brompton, desarrolla todas sus dotes de persuasión para convencer a un grupo de periodistas de que hay que cambiar las cosas: "Hay que sacar a la gente del fondo de la tierra y hacer que pedaleen". El fondo de la tierra es el metro. "Vivimos en cajas, vamos a trabajar bajo tierra y cuando entramos en el gimnasio, pedaleamos en una bicicleta que no se mueve, terminamos y nos metemos en el coche".
Los periodistas, que acaban de hacer un simulacro de cómo ir al trabajo en el centro de Londres, asisten embelesados a la charla de un auténtico convencido: "El futuro del transporte en las ciudades es la bici eléctrica, no lo duden". Si te gusta la bici, votas a favor de Butler-Adams. Y si no te gusta, espera a probar la nueva bici eléctrica de Brompton antes de emitir el veredicto.
Brompton lleva fabricando bicicletas plegables desde 1975. Un único modelo. 1.200 piezas por bici. Todo manufacturado de forma artesanal en su fábrica londinense, sin acudir a los grandes centros de China o Taiwan. Forma parte de la exclusividad de la marca. Están tan convencidos que aseguran no tener competencia. El récord de plegado de una Brompton está en ocho segundos. Los periodistas llegamos a hacerlo en menos de un minuto a la tercera o cuarta vez que maniobramos el ingenio. Esto permite llevarse la bici desde el salón de casa a la mesa de trabajo, transportarla en tren o en metro o en autobús. Es exactamente lo que hacemos en Londres. Pedalear entre su intenso tráfico, plegar la bici, entrar en el metro y arrastrarla en su modo "carrito" por los pasillos del tubo, desplegarla de nuevo en la superficie y volver a pedalear. Todo ello, bendecido por las virtudes de la electrónica.
Porque ahora la Brompton es eléctrica gracias a un sistema exclusivo que permite pedalear en la ciudad eligiendo el nivel de esfuerzo. La propia bici tiene sensores que adaptan la asistencia, a través de tres modos, al esfuerzo del ciclista. Arrancar con potencia en los semáforos, salvar desniveles, ser eficiente en el pedaleo en medio del tráfico son las ventajas de la Brompton eléctrica. La batería va perfectamente integrada en una bolsa delantera que sirve para almacenar otros objetos de uso diario, te la puedes llevar en modo bandolera y está diseñada, la bolsa y la batería, para ir cargando el móvil mientras pedaleamos.
A las dos o tres veces de plegar y desplegar, la maniobra se realiza ya con destreza. Incluso en la parada para comer, de camino a la fábrica, el restaurante no tiene problema alguno en que las Brompton, que apenas ocupan espacio, puedan ser estacionadas dentro del propio establecimiento. ¿Con qué vehículo puede permitirse uno esos lujos?
La visita a la factoria y la charla de William Butler-Adams son la guinda a la etapa ciclista por Londres. De primera mano, el periodista comprueba que, efectivamente, lo de hacer la bici artesanalmente no es un camelo. Los 300 empleados se afanan, pieza a pieza, en la construcción de una bici que es todo un icono. Sólo el año pasado, Brompton facturó 37 millones de euros. Están por todo el mundo gracias a las 1.500 tiendas elegidas para su distribución en 47 países. Se han convertido incluso en un objeto de culto y exclusividad. Tener una Brompton es tener una bici distinta. Los holandeses, el país de las bicicletas, las aman. En España circulan unas 25.000.
Tras pedalear con la Brompton eléctrica, visitar la fábrica de Greenford y escuchar al entusiasta y contagioso William Butler-Adams uno sale convencido de que, efectivamente, el mundo se puede cambiar a base de dar pedales.
Fuente:www.mlb.com
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