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Eddy Merckx: “Tenía un don y lo aproveché, pero también trabajé mucho”

Eddy Merckx, el ciclista de los 5 Tours, 5 Giros, una Vuelta y 3 Mundiales, fue homenajeado en la Gala MD

Jefe de sección

Actualizado a 30-01-2019 07:00

Caníbal, Ogro, Monstruo. De camino al aeropuerto Barcelona-El Prat el pasado lunes para recoger, en compañía de su buen amigo Rafa Carrasco, al mejor ciclista de todos los tiempos, Eddy Merckx, pensábamos en los apodos que se ganó el belga y que siguen vigentes. ¿Qué debían sentir sus rivales, a los que disfrutaba venciendo y superando? Porque Eddy corría sólo para ganar. Tras una breve espera aparece el mito. Corpulento, de manos grandes y fuertes con las que se agarraba firmemente al manillar. No puede disimular una pequeña cojera, producto de una reciente operación. Peajes del ciclismo.

Camino del hotel, Merckx repasa algunas de sus batallitas, y al pasar junto a Montjuïc, Carrasco le recuerda sus cabalgadas en la Escalada de Montjuïc, en “su montaña”, en la que ganó seis veces, 1966, 1970, 1971, 1972, 1974 y 1975; una más que el número que siempre le ha identificado, el cinco, con sus cinco Tour –1969, 1970, 1971, 1972 y 1974) y cinco Giros: 1968, 1970, 1972, 1973 y 1974. El sol se refleja en su rostro y olvida el frío de Bélgica, mientras Carrasco le insiste: “¿Te acuerdas Eddy, de cómo te animaba la gente?. Todos estaban contigo”.

No me considero especial. Un médico tiene más mérito. Trabajé mucho para explotar mis cualidades

Era fácil ser un fan de Merckx, un corredor valiente, atrevido, que siempre atacaba y disfrutaba ganando . Aunque sus inicios poco hacían presagiar que este hijo de fruteros llegara a ser profesional del ciclismo. “Mi padre trabajaba mucho y era muy estricto. Tenía que sacar tres hijos adelante. La vida no era fácil”, recuerda mientras saborea un jamón y un buen vino, aunque no es el Marqués de Riscal que tanto le gusta. No había tradición en su hogar, pero él sentía la llamada del ciclismo. No era un mal estudiante, pero le tiraban los pedales, incluso sus vecinos le llamaban Tour de France. Pocos vaticinios han sido más acertados, aunque su madre prefería que estudiase.


La pasión por el ciclismo se fue forjando hasta que llegó el día de su debut. Una Flecha Valona de 1965 que no olvidará. “Ya había hecho carreras como amateur y el mánager me dijo que hiciera la Flecha Valona. Me bajé de la bici a los 200 kilómetros”. Le faltaba preparación. Estaba haciendo el servicio militar y no pudo prepararse bien, pero aprendió la lección. Tres años más tarde ganó su primer Giro y al siguiente su primer Tour, el más especial.


Por varias razones. Por ser el primero y porque lo disputaba después de ser excluido del Giro por dar positivo. Pensó en dejarlo. Pero se le permitió competir y ganó con 17 minutos sobre el francés Pingeon. “Es mi mejor recuerdo. Mi sueño desde pequeño, y hacía 30 años que un belga no ganaba un Tour”. Sin saberlo, o sí, Eddy empezaba a escribir la historia del ciclista más grande. No sólo por sus éxitos en el Giro y en el Tour, sino por sus triunfos en los Mundiales y en las Clásicas. Era el ciclista total: ruta, pista, récord de la hora. No esconde que tiró de talento, pero también de mucho trabajo. “No me considero especial. Un médico tiene más mérito. Tenía un don y lo aproveché, pero trabajé mucho para explotar mis cualidades”.


Luis Ocaña fue uno de los grandes rivales. La nuestra fue una gran batalla, pero deportiva




Retirado en una casa de campo, rodeado de perros y pollos, Merckx echa de menos al ciclista total, que dispute clásicas y grandes vueltas, que lo corra todo, y está convencido que se pueden ganar las tres grandes en una misma temporada. “Se puede, hay tiempo suficiente de recuperación. La clave es la mentalidad y tener calidad”. No añora el ciclismo de antes y asegura que sigue emocionándose con el ciclismo actual, aunque siempre desde la televisión. No le gusta que le agobien. “Demasiados selfies, y a veces cuesta de llevar”. Otro precio a pagar por ser el mejor.


Sentado frente al televisor disfruta de ciclistas que como él son descarados. Se divierte con Sagan, que ve a la perla colombiana Bernal con un Tour en sus piernas, que le gustan Pinot, Bardet o Castroviejo, y enfatiza su admiración por Alejandro Valverde y Chris Froome, con quien existen varios paralelismos. “Me alegro que Valverde ganara un Mundial, se lo merecía. Puede que sea el que más se parece a mí. El ciclismo actual necesita más Valverdes”. Cuando se le pregunta a Valverde por el secreto de su longevidad, 38 años, responde que reside en que su pasión sigue innata y que disfruta encima de la bici. Como Eddy. “Siempre he salido a ganar y a disfrutar. Me gusta ganar en todo. Incluso a las cartas”.


Y si no que se lo pregunten a Luis Ocaña, con quien tuvo una gran rivalidad que acabó convertida en una buena amistad. En la retina de los aficionados perduran sus épicas batallas en el Tour, especialmente el ataque brutal del de Priego en 1971, que no tuvo su premio. Víctima de una tormenta de verano sufrió una dura caída en el descenso del Col de Mente cuando vestía el maillot de líder y aventajaba en casi siete minutos y medio a Merckx, quien acabaría ganando su tercer Tour, mientras que Ocaña vería recompensado su tesón con el triunfo en 1973, en un Tour que Merckx no corrió. “Sí, fue uno de mis grandes rivales. La nuestra fue una gran batalla, pero deportiva”.
Valverde merecía ganar el Mundial. Puede que sea el que más se parece a mí. Corre todo el año y todas las pruebas

A Merckx le pasó también como a Froome, sobre él planeó la sombra del dopaje. También fue agredido en un Tour -“como a Indurain, cuanto más ganaba, menos me querían los franceses, locos hay en todas partes”- y protagonizó gestas únicas en el ciclismo como la del británico en el Giro de 2018, cuando atacó a 80 kilómetros de meta. “Me veía reflejado en él. Froome tiene cuatro triunfos en el Tour, puede igualar los cinco de Anquetil, Hinault, Indurain y míos e incluso ganar el sexto. Se necesitan corredores como Froome, Valverde o Contador”. Y cuando esto llegue, “estaré preparado. No me importa. Nunca corrí sólo pensando en ganar el Tour, sino en ganarlo todo”. Hay quien ve en Remco Evenepoel, señalad ya como ‘el pequeño Caníbal’, como su heredero, pero él pide calma. Paciencia.


Son innumerables los trofeos que conquistó en sus trece años de profesional, pero no le gusta alardear de ello y por eso los tiene guardados en el altillo de su casa. “Son parte del pasado y yo no vivo en él. Fue bonito, pero pasó”. No esconde que el ciclismo le ha tratado bien. “Mis padres estarían orgullosos. Mi vida ha sido un sueño y logré hacer de mi hobby mi profesión. ¿Una frase que resuma mi carrera? Lo conseguí”.

No me gusta mostrar mis trofeos. Forman parte del pasado, yo no vivo en él. Fue bonito, pero pasó

A sus 73 años es un hombre feliz. Feliz de seguir viviendo del ciclismo, de disfrutar de sus cinco nietos, de salir en bici una vez a la semana con los que fueron sus compañeros de equipo o de ver un partido de fútbol. Seguidor del Anderlecht,llegó a jugar partidos de veteranos y prefería jugar de delantero. Atacar y hacer goles. No lo puede disimular. Por ello, esboza una sonrisa cuando sabe que en pocas horas conocerá a uno de sus ídolos en la Gran Gala de MD, Leo Messi, por quien profesa una gran devoción.

Él, que lo ha tenido todo, que ha estado con los más grandes, se levantó de su mesa en la cena para esperar al crack del Barça entre bastidores. Cuando le dio la mano no podía disimular la emoción. Quién sabe, quizá la foto con Messi no irá a parar al altillo y sí lucirá en el salón de su casa. ¿Feliz? Sí y mucho. ¿Caníbal, ogro? Pues no lo parece tanto


El gran campeón belga con una de las fotos suyas en París-Roubaix en un libro de coleccionista dedicado a su figura

Fuente: https://www.mundodeportivo.com

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